Por Adrián Sotelo Valencia**
Introducción
El presente ensayo reflexiona y debate sobre la vigencia de la teoría de la dependencia, particularmente en su vertiente marxista (TMD), en la explicación y superación del modo capitalista de producción en el siglo XXI. Al respecto, se colocan tesis centrales que se contraponen a las de quienes sustentan la factibilidad de la fusión entre la teoría de la dependencia y la del sistema mundial. Por el contrario, planteamos que la TMD contiene el potencial teórico, metodológico y analítico para desarrollarse internamente sin fusionarse necesariamente con otras corrientes de pensamiento como puede ser la teoría del sistema mundial elaborada por los braudelianos y, particularmente, por el propio I. Wallerstein o con cualquier otra corriente del pensamiento social latinoamericano contemporáneo.
Qué es la teoría de la dependencia y su objeto de estudio
Para abordar esta temática, es preciso destacar qué es la teoría de la dependencia, en particular, la inscrita en la corriente marxista, para después compaginarla con la teoría del sistema mundial.
La teoría de la dependencia surgió a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado. Es la corriente del pensamiento latinoamericano encaminada a estudiar las raíces del desarrollo del capitalismo, el subdesarrollo y el atraso para discutir y, en su caso, destacar los mecanismos de superación frente a esas problemáticas.
Advertimos dos corrientes de la dependencia: la que considera a este concepto como coyuntural, es decir que puede ser superada en el marco del capitalismo. Aquí se inscriben la mayoría de los autores cepalinos y, en particular, Fernando Henrique Cardoso y su escuela. Por el contrario, la vertiente de la TMD difiere de la interpretación de Cardoso y Faletto en las siguientes temáticas que consideramos los puntos más destacables.
a) Primeramente, como él mismo lo plantea (Cardoso, 1976: 90-125), así como alguno de sus seguidores (Weffort, 1992: 98-105), ellos niegan la existencia de una teoría de la dependencia, a lo sumo reconocen un "enfoque" de la dependencia (también Sonntag, 1989). En cambio Marini, por ejemplo, en su libro Dialéctica de la dependencia, expone que su trabajo es apenas un esbozo para elaborar una teoría de la dependencia.
b) En segundo lugar, para la vertiente marxista de la dependencia, ésta es de naturaleza estructural y sólo se supera con su abolición, que implica la superación del capitalismo y una lucha antiimperialista. En esta perspectiva figuran autores de la talla de André Gunder Frank (1974), Ruy Mauro Marini (1973), Theotônio Dos Santos (2002), Orlando Caputo y Pizarro (1979) o los mexicanos Fernando Carmona (1964), Alonso Aguilar (2002) y José Luis Ceceña Gámez (1963 y 1975). Por ejemplo, Aguilar (2002) en el contorno de la teoría de la dependencia destaca que
"La dependencia es inherente a la expansión mundial del capitalismo. El éxito de los nuevos países industriales de Asia derivó de haber hecho lo opuesto a lo que el dogma liberal pretendía. La polarización es propia del capitalismo; pero la globalización liberal la profundiza, y además agrava los problemas de los países subdesarrollados" (Aguilar: 2002: 294).
c) Por último, una diferencia gruesa entre la vertiente marxista de la teoría de la dependencia y la escuela de Cardoso, se produce en el ámbito de la teoría. En efecto, mientras que los autores de la primera escuela recurren al instrumental epistemológico marxista, según Roberto Goto —quien releyó toda a la obra de Cardoso, ex-presidente de Brasil, expuesta a lo largo de tres décadas en un sinnúmero de libros—, en referencia a uno de sus más importantes libros, Dependencia y desarrollo en América Latina, escrito en colaboración con el chileno Enzo Faletto, asegura que "…O livro adota o método histórico-estrutural e uma tipologia de inspiração weberiana" (1998:107).
En otro trabajo de polémica con las concepciones de Bresser y Mantega destacamos que
"…el weberianismo dependentista de Cardoso y Faletto se expresa, muy claramente, en el capítulo 2 de su libro: Dependencia y desarrollo en América Latina, que concentra las reflexiones teórico-metodológicas de los autores y donde ellos certifican que: 'De acuerdo con el enfoque hasta ahora descrito, el problema teórico fundamental está constituido por la determinación de los modos que adoptan las estructuras de dominación, porque es por su intermedio que se comprende la dinámica de las relaciones de clase" (Martins y Sotelo, 1998: 73-93).
Como vemos, a diferencia de la TMD, estos autores le atribuyen el predominio a "lo político", es decir a los sistemas de dominación del poder y a las clases sociales como factores esenciales en el análisis concreto de las situaciones dependencia, quedando francamente marginados los elementos económicos planteados por el pensamiento marxista así como los históricos estructurales fundamentales para la comprensión de la totalidad del fenómeno de la dependencia.
Por último, reforzando esta idea de la influencia weberiana en el pensamiento de Cardoso, (Martins, 2003) es contundente al afirmar con propiedad que:
"A visão weberiana da dependência se estabelece a partir das obras de Cardoso e Faleto. Para eles a dependência é o paradigma de desenvolvimento de sociedades marcadas pela ambigüidade de possuírem autonomia política, mas terem seus laços econômicos definidos em função do mercado internacional. Sob a ação política formalmente livre e soberana pesariam os limites dessa estrutura de dominação que condicionaria as possibilidades de desenvolvimento dessas sociedades.
Cardoso e Faleto constroem um verdadeiro tipo ideal da dependência. Embora utilizem categorias marxistas em vários trabalhos, esses conceitos são claramente subordinados ao uso abrangente do instrumental weberiano e perdem o vigor original" ((Martins, 2003:231).
Definición de la teoría marxista de la dependencia
Ahora paso a definir qué es la teoría de la dependencia en su filón marxista, pero antes expongo su contexto histórico y teórico-político de su surgimiento. Bambirra (1978) propone seis aspectos que influyeron en su formación.
a) Los análisis de Marx y Engels sobre la cuestión colonial.
b) La polémica de los socialdemócratas rusos y del mismo Lenin con los narodniki-populistas en Rusia.
c) La teoría del imperialismo y sus alcances en la cuestión colonial en los escritos de Hilferding, Rosa Luxemburgo y Lenin.
d) La polémica al interior del Segundo Congreso de la Comintern sobre las tesis de la cuestión colonial.
e) La aplicación creadora del pensamiento de Mao Tse Tung y, por ende, de la experiencia de la revolución socialista de China después de 1949.
f) Por último, la obra de Paul Baran escrita en los años cincuenta sobre el problema del "subdesarrollo" sería otra gran fuente de influencia.
Agrego otro elemento que se da en función del debate con las tesis levantadas por los partidos comunistas latinoamericanos (marxismo endogenista) y con las tesis de la cepal alrededor de su teorema "centro-periferia" impulsado por jóvenes intelectuales y militantes de la izquierda revolucionaria identificada con los planteamientos de la revolución cubana y con los ideales libertarios y justicieros del socialismo. Esta reflexión encontrará su sistematización en la teoría de la dependencia de filiación marxista, en la medida en que es ésta doctrina, y no otra, la que le proporciona los elementos teóricos y el método de investigación y de exposición que posibilitan su constitución (para este punto véanse los trabajos reunidos en Marini y Millán, 1994).
En cuánto al contexto histórico, la teoría de la dependencia surgió en Brasil al calor del golpe militar que depuso al gobierno constitucional de Joao Goulart en 1964 y se sistematizó más tarde en Chile, sobre todo, debido a las condiciones favorables que ahí ofreció el triunfo del movimiento popular y la instauración del gobierno de la Unidad Popular en 1970. Por último, en México experimentó uno de sus más fructíferos periodos (al respecto véase la Memoria de Marini, s/).
A diferencia de otros autores ubicados en la teoría de la dependencia (Cardoso, Furtado, Ferrer, Weffort), el intento más sistemático por edificar una teoría de la dependencia fue, sin duda, el desarrollado por el brasileño Ruy Mauro Marini, principalmente en su libro Dialéctica de la dependencia publicado por editorial Era en 1973 una verz que comenzara a circular por el continente latinoamericano de forma clandestina, lo que revelaba su importancia para la intelectualidad latinoamericana de aquél entonces.
El concepto de dependencia
A continuación expongo el concepto de dependencia, porque es la clave para comprender en su justa dimensión esta teoría, así como las diferencias con otras corrientes de pensamiento.
Marini define la noción de dependencia como una:
relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser, por ende, sino más dependencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra (Marini,1973: 18).
Por su parte, para Dos Santos:
La dependencia es una situación donde la economía de cierto grupo de países está condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía, a la cual se somete aquella. La relación de interdependencia establecida por dos o más economías, y por éstas y el comercio mundial, adopta la forma de dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y autoimpulsarse, en tanto que otros (los dependientes) sólo pueden hacerlo como reflejo de esa expansión, que puede influir positiva o negativamente en su desarrollo inmediato. De cualquier manera, la situación básica de dependencia lleva a los países dependientes a una situación global que los mantiene atrasados y bajo la explotación de los países dominantes (Dos Santos, 1974: 42).
Dos Santos aclara que la dependencia condiciona "…cierta estructura interna que la redefine en función de las posibilidades estructurales de las diferentes economías nacionales" (1974: 44), con lo que confirma su alejamiento, al igual que Marini, de las tesis estancacionistas del desarrollismo.
Para Frank, la dependencia
no debe ni puede considerarse como una relación generalmente 'externa' impuesta a todos los latinoamericanos desde fuera y contra su voluntad, sino que la dependencia es igualmente una condición 'interna' e integral de la sociedad latinoamericana, que determina a la burguesía dominante en Latinoamérica, pero a la vez es consciente y gustosamente aceptada por ella. Si la dependencia fuera solamente 'externa' podría argumentarse que la burguesía 'nacional' tiene condiciones objetivas para ofrecer una salida 'nacionalista' o 'autónoma' del subdesarrollo. Pero esta salida no existe ―según nuestro argumento― precisamente porque la dependencia es integral y hace que la propia burguesía sea dependiente (1974: 13).
Objeto de estudio de la TMD
Con base en estas definiciones, el objeto de estudio de la teoría de la dependencia es la formación económico-social latinoamericana a partir de su integración subordinada a la economía capitalista mundial. Abarca el periodo colonial y la posindependencia, en la cual la economía exportadora cede paso a la formación de una economía industrial capitalista dependiente que forja su propio ciclo de reproducción; mismo que, en el plano del mercado interno, se escinde en dos esferas: la alta, propia del consumo de las clases burguesas y medias y la baja, que corresponde al consumo de las clases trabajadoras y populares que se reproducen fundamentalmente a costa del salario. En la producción surge, así, un régimen de superexplotación del trabajo (Sotelo, 1994), en el que, dicho sea de paso, algunos autores ven la contribución más acabada y original del pensamiento de MariniT,[1]T, como contrapartida de la transferencia de valores y de plusvalía que las economías dependientes realizan hacia las industrializadas y cuya síntesis es el sistemático y enorme endeudamiento externo global de los países latinoamericanos.
Es importante destacar que el marco teórico y el método de análisis de la teoría de la dependencia es el marxismo ―afirmación ampliamente respaldada por el cubano Fornet-Betancourt, 2001)― que parte de la teoría del valor-trabajo de Marx y de otras nociones como ganancia, renta de la tierra, plusvalía y ganancia. Pero no se limita a ellas: aborda también los problemas sociopolíticos y cuestiones más particulares que atañen al debate político, a la cultura, la tecnología, el conocimiento y la educación.
Para analizar las formaciones sociales latinoamericanas la tmd parte de la circulación mundial del capital; del ciclo del capital dinero y el capital mercantil para, posteriormente, abordar la esfera de la producción interna de los países dependientes y, en seguida, plantear el problema de la formación de sus propias esferas de circulación y realización en el plano de la economía interna. Como resultado de la unificación de ambos procedimientos, es posible abordar las situaciones concretas de dependencia y los fenómenos sociales y políticos de allí derivados.[2]
Además, la teoría de la dependencia, del mismo modo que lo hacen las ciencias sociales, va diversificando sus líneas temáticas esforzándose por alcanzar altura en la comprensión de los fenómenos contemporáneos.
La teoría del sistema mundial
La teoría del sistema mundial es, sin duda, una de las más importantes corrientes teóricas del pensamiento crítico contemporáneo. Además, la más cercana a la tmd, al mismo tiempo que permite discutir y valorar su pertinencia en el siglo xxi. Sin embargo, consideramos que ambas corrientes poseen sus propios marcos teóricos, metodológicos y analíticos como para desarrollarse de manera autónoma.
Pero vale la pregunta: ¿puede la teoría de la dependencia fusionarse en la del sistema mundial como expresión de una teoría para el siglo XXI?
La respuesta de Theotônio Dos Santos es afirmativa al plantear la idea de que, al influjo de la tendencia de los fenómenos sociales y humanos a proyectarse global y simultáneamente en varios espacios y tiempos en escala mundial, es posible la integración con la teoría del sistema mundial debido a que:
Las implicaciones de la teoría de la dependencia están todavía por desarrollarse. Su evolución en dirección a una teoría del sistema mundial, buscando reinterpretar la formación y el desarrollo del capitalismo moderno dentro de esa perspectiva, es un paso adelante en este sentido (Dos Santos 2002: 52).
Niemeyer Almeida Filho sustenta también la factibilidad de la fusión entre la teoría de la dependencia y el sistema mundial porque, según el autor, esta última "…descaracteriza la idea de la dependencia como una cualidad inmutable de algunas economías" (junio de 2005: 38).[3]
Aún más, Martins (2003: 264, nota 210) asegura que Dos Santos considera a la teoría (marxista) de la dependencia de los años sesenta y setenta del siglo pasado como la primera etapa de construcción de la teoría del sistema mundial a la que deberá de converger e integrarse. Se entiende, por deducción, que la segunda etapa es la actual que supone la construcción y ampliación de la teoría del sistema mundial. Sólo que habría que responder la pregunta de cómo se habrá integrado sin desaparecer sus principios, conceptos y categorías.
Por la importancia que reviste este planteamiento vale la pena, aunque de manera breve, hacer un balance de la teoría del sistema mundial y sus relaciones con la teoría de la dependencia.
El planteamiento de Wallerstein
El objetivo que se propone Wallerstein en su monumental obra en tres volúmenes (1998 y 1999), es reconstruir la historia global del capitalismo y de la modernidad desde el siglo XVI hasta la actualidad y crear una teoría correspondiente a ese proceso histórico que culminará en la teoría del sistema-mundo capitalista (Aguirre, 2003: 37).
En el primer volumen de su obra, Wallerstein (1999, Vol. 1: pp. 489-502), esboza su concepción de sistema mundial (word-system analysis) como un:
"…sistema social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos, miembros, reglas de legitimación, y coherencia. Su vida resulta de las fuerzas conflictivas que lo mantienen unido por tensión y lo desgarran en la medida en que cada uno de los grupos busca eternamente remodelarlo para su beneficio. Tiene las características de un organismo, en cuanto a que tiene un tiempo de vida durante el cual sus características cambian en algunos aspectos y permanecen estables en otros" (Wallerstein, 1999: p. 489).
La perspectiva del sistema mundial posee una concepción analítica ―enmarcada en la historia económica y social, más que en la perspectiva económica o cultural― que pondera los procesos sistémicos por analogía con los organismos vivos, de donde se deduce que mientras unas "partes" del sistema cambian, otras permanecen intactas. De aquí la idea de que hasta la fecha existen economías–mundo, pero no imperios–mundo donde prevalece un solo poder político; nublando de esta manera la verdadera dimensión del imperialismo liderado por Estados Unidos, en el centro del bloque imperialista global actual que ocupa y domina todos los espacios del sistema capitalista incluyendo a la economía-mundo.
Wallerstein considera que las economías de subsistencia y los sistemas mundiales son formas del sistema social. Por su parte, los sistemas mundiales estarían constituidos básicamente por los imperios-mundo y las economías de subsistencia. Una tercera forma, "imaginaria", del sistema mundial, es el gobierno mundial socialista. Lo interesante a destacar aquí es que para el autor, después de la era modera, cuya duración aproximada es de quinientos años hasta la fecha, sólo ha existido una economía–mundo capitalista que se ha visto imposibilitada para transformarse en imperio-mundo, lo que estaría a punto de suceder con la actual "crisis de hegemonía" de Estados Unidos.
Por otro lado, la economía mundo posee tres divisiones: los Estados del centro, las áreas periféricas y, por último, las áreas de la semiperiferia.
En la obra citada de Wallerstein, (1999; 144), se lee que en el siglo xvi:
"La periferia (Europa Oriental y la América española) utilizaba trabajo forzado (esclavitud y trabajo obligado en cultivos para el mercado). El centro, como veremos, utilizaba cada vez más mano de obra libre. La semiperiferia (antiguas áreas centrales en evolución hacia estructuras periféricas) desarrolló una forma intermedia, la aparcería, como una alternativa extendida".
Esta visión pareciera acercar la teoría del sistema mundial a la de la dependencia, en lo que concierne a esta división tripartita que supera a la propia teoría de la cepal, la cual trabajó con el teorema bipartito centro-periferia.
De la siguiente proposición se pueden extraer dos resultados:
"La arena externa de un siglo se convierte a menudo en la periferia –o semiperiferia– del siguiente. Pero también, por otra parte, los Estados del centro pueden convertirse en semiperiféricos y los semiperiféricos en periféricos" (Wallerstein, 1999, T.1: 493).
a) En primer lugar, la tesis que me parece correcta, sostiene que de un siglo a otro la "arena externa" de la economía-mundo, los sistemas mundiales con los que esa economía mantiene relaciones comerciales y de intercambio (Wallerstein, 1999: 426 y ss.), puede convertirse en periferia o en semiperiferia de una economía-mundo.
b) En segundo lugar, se esboza una teoría de la interdependencia que resulta problemática: postula que un Estado central ― por ejemplo, Estados Unidos, Alemania, Francia o Inglaterra― puede trocarse en semiperiferia en el transcurso de un determinado periodo histórico (un siglo, dos siglos).
Hasta donde yo sé, ninguno de los países centrales históricos (España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos) se ha convertido en periferia o semiperiferia, por lo menos hasta hoy. Lo que si ha sucedido es el surgimiento de nuevas periferias derivadas del derrumbe de la Unión Soviética y del bloque socialista en Europa, además de las diferencias estructurales entre esos países capitalistas tanto a nivel regional, como internacional: niveles diferenciados de evolución y posiciones en la jerarquía económica y geopolítica de la estructura imperialista y neoimperialista mundial (para este tema véase: Pernett, 2005 que hace una interesante radiografía del desarrollo de los eventos geopolíticos después del ataque del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono centrando su reflexión sobre sus implicaciones en la geopolítica mundial a partir de las repercusiones en Asia Central y Medio Oriente).
De aquí que resulte difícil de sostener la tesis de Niemeyer (op. cit., 45), que implícitamente comparte con Cardoso y con la teoría del sistema mundial, respecto a que "…existen especificidades en las estrategias nacionales que dependen de las condiciones concretas de cada uno de los países, lo que abre la posibilidad para (impulsar) una política de desarrollo que, en determinadas circunstancias de disponibilidad de recursos naturales y tamaño del mercado, venga a acortar la brecha histórica de desarrollo con las economías desarrolladas".[4]
Por el contrario, lo que se observa, por lo menos a partir de la posguerra fría, es una unión estratégica del bloque imperialista bajo comando de Estados Unidos (¿unilateralismo imperial?), que dista mucho de suscitar un panorama donde la diferenciación se resuelva en la creación de periferias o semiperiferias al interior de ese bloque ni mucho menos en la conversión de las mismas en economías desarrolladas. Más bien, la modernidad y la globalización económica y del capital financiero, desarrolladas en las dos últimas décadas, profundizaron la división internacional del trabajo y del capital en centros y supercentros, periferias, semiperiferias y microperiferias debido a esos factores y a la crisis estructural de larga duración que prevalece hoy día en la economía capitalista mundial (Marini, 1996).
La crítica de Hardt y Negri de la teoría del sistema-mundo de Wallerstein
Hardt y Negri, (2002: 307) cuestionan esta concepción del sistema mundial y de la economía-mundo, pero con una visión completamente equivocada de la estructura del capitalismo, cuando dicen que esa división real en centros, periferias y semiperiferias es insuficiente para dar:
"…cuenta de las divisiones globales ni de la distribución de la producción, ni de la acumulación ni de las formas sociales. Mediante la descentralización de la producción y la consolidación del mercado mundial, las divisiones internacionales de las corrientes de mano de obra y de capital llegaron a fracturarse y multiplicarse hasta tal punto que ya no es posible demarcar amplias zonas geográficas como el centro y la periferia, el Norte y el Sur. En regiones geográficas tales como el cono sur de América Latina o el sudeste asiático, todos los estratos de producción, desde los más altos a los más bajos niveles de tecnología, productividad y acumulación, pueden existir simultáneamente uno junto al otro mientras un complejo mecanismo social mantiene la diferenciación y la interacción entre ellos. También en las metrópolis, el trabajo abarca todo un continuo desde las alturas a las profundidades de la producción capitalista: los talleres donde se explota a los obreros de Nueva York o París pueden rivalizar con los de Hong Kong y Manila. Aun cuando el Primer Mundo y el Tercero, el centro y la periferia, el Norte y el Sur, estuvieran realmente separados por líneas nacionales, hoy existe una clara influencia recíproca que distribuye las desigualdades y las barreras según múltiples líneas fracturadas" (Hardt y Negri, 2002: 307, cursivas mías).
Debido a que:
"…la división de la esfera capitalista en centro, periferia y semiperiferia homogeneiza y eclipsa las diferencias reales que existen entre las naciones y las culturas, pero lo hace con el propósito de destacar cierta tendencia a la unidad en cuanto a las formas políticas, sociales y económicas que surgen en los largos procesos imperialistas de la supeditación formal" (Negri y Hardt 2002: 306-307).
Según Hardt y Negri ya no existen diferencias de naturaleza, sino de grado, entre los países imperialistas y los subdesarrollados. Lo que entonces anula la dependencia e introduce la "interdependencia". Así, expresan que: "La geografía de un desarrollo desigual y las líneas de división y jerarquía ya no estarán determinadas por fronteras nacionales o internacionales estables, sino por límites infra y supranacionales" (Negri y Hardt 2002: 307).
Pero: ¿cómo se mantiene esa "clara influencia recíproca"; la interdependencia?
Los autores responden que "indirectamente" a través de las empresas transnacionales, de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y la imposición de políticas neoliberales que de una forma u otra impulsan todos los gobiernos dependientes en la actualidad, evidentemente no en beneficio de la segunda parte del argumento de Hardt y Negri: la que "distribuye las desigualdades y las barreras según múltiples líneas fracturadas", sino en detrimento concreto de los países de la periferia y semiperiferia del capitalismo que siguen existiendo, independientemente de las tendencias homogeneizadoras del imperialismo en escala mundial que son muy reales y perjudiciales.
Como se desprende del párrafo anterior, los autores ignoran que esas "similitudes y diferencias", que apuntan como "evidencia" de lo insuficiente que resulta la división del mundo capitalista en centros y periferias, originó un cúmulo de discusiones, clasificaciones y tipologías ―las más de las veces imprecisas― justamente para delimitar esas diferencias y similitudes histórico-estructurales al interior de los países dependientes, y entre éstos y los capitalistas del centro. Por lo tanto, no hay novedad en ese planteamiento, sino confusión cuando afirman que en "zonas geográficas como el Cono Sur ―en Argentina que ha experimentado una de las crisis más violentas y profundas de su historia; en Uruguay, Paraguay y Brasil― ya no existe la dependencia, ni el estatus de economías periféricas, por el solo hecho de operar allí "enclaves" avanzados de tecnología, productividad y acumulación de capital (versión muy cercana a los planteamientos del moderno pensamiento neoclásico).
En beneficio de la ambigüedad teórica y política, Hardt y Negri olvidan que esas no son las determinaciones de raíz del sistema capitalista, sino las relaciones sociales de producción basadas en la propiedad privada de los medios de producción y de consumo, la integración imperialista de los sistemas productivos y de trabajo (Marini), de la circulación, del intercambio y el consumo bajo el dominio del capital extranjero y de las empresas transnacionales; en América Latina, la sistemática transferencia de valor y plusvalía a los centros y el concomitante aumento de la deuda externa, además de la superexplotación del trabajo, la exclusión social de grandes contingentes de la población y la precariedad laboral en el universo contradictorio del mundo del trabajo.
Por último, resta destacar que la concepción de Hardt y Negri, desprendida de sus recientes libros, Imperio y Multitud, de ninguna manera se aproxima a la corriente del sistema mundial, ni mucho menos a la teoría de la dependencia. Por el contrario, constituye un cuerpo "teórico" enraizado en un resurgimiento de las teorías kantianas, de las teorías de Spinoza y Michel Foucault y de autores del derecho constitucional que aplican una redefinición del viejo imperio romano y lo convierten en la categoría Imperio que aplican a un supuesto estado actual del sistema mundial con centro en Estados Unidos y su constitución política expansionista.
Borón (2002), desnuda la filiación teórica y las raíces epistemológicas del pensamiento de estos autores. Señala que ellos combinan la ciencia social norteamericana (relaciones internacionales y economía política internacional) y la mezclan con la filosofía francesa. Después usan un estilo y un lenguaje posmodernos, de donde resulta una especie de eclecticismo "…que, pese a las intenciones de sus autores, difícilmente podría perturbar la serenidad de los señores del dinero que año tras año se reúnen en Davos" (Borón, 2002: 15). Para este autor las fuentes que utilizan Hardt y Negri en sus escritos (libros y artículos) se enmarcan en el "establishment académico franco-americano", mientras que prácticamente ignoran la literatura que se produce en América Latina, India, África y en otras partes del Tercer Mundo, así como las discusiones respecto al imperialismo de los autores del marxismo clásico como Hilferding, Luxemburgo, Lenin, Bujarin y Kautsky tan necesarias hoy en día par fundamentar nuestras nociones contemporáneas sobre el imperialismo. Todo esto redunda en la elaboración de una visión ideológica del imperio "…tal y como él mismo se observa desde su cumbre" (Borón, 2002: 15-16). Visón parcial y unidimensional que desestima la totalidad del sistema para conocer sus manifestaciones globales, esenciales, y no quedarse perdido en la superfluidad.
Puntos de contacto y divergencias entre la teoría de la dependencia y la del sistema mundial.
A continuación expongo los puntos de discordancia y de acuerdo existentes entre la teoría marxista de la dependencia y la del sistema-mundo.
a) En primer lugar, la raíz epistemológica de la primera es el marxismo en general mientras que la de la segunda es un ecléctico de marxismo, teoría sistémica y las concepciones de los ciclos de la larga duración de Braudel.
Las raíces de la teoría del sistema mundial están arraigadas en la perspectiva sistémica y en las concepciones de la Escuela de los Annales dirigida por Braudel (véase Aguirre, 1997 y para la Escuela de los Annales, del mismo autor, 1999). Se advierte que son totalmente diferentes en sus principios y planteamientos epistemológicos respecto a la tmd.
En efecto, al respecto Aguirre plantea que:
"…no es posible entender los trabajos de Wallerstein sin esa múltiple herencia braudeliana que, en primer lugar, implica la división de todos los fenómenos abordados del presente o del pasado desde una óptica intensamente histórica, que los resitúa de modo permanente dentro de los varios registros temporales de los acontecimientos, de las coyunturas y de las estructuras de la larga duración histórica, para delimitar su verdadera profundidad y sentido, y así otorgarles su real significación histórica específica...
En segundo lugar, es fácil reconocer la presencia de Braudel, y también de los primeros Annales en general, en el esfuerzo wallersteiniano permanente de resituar, una y otra vez, los problemas investigados dentro de una perspectiva globalizante o totalizante, que en su caso específico ha derivado en la reubicación de dichos temas dentro del horizonte de la ya aludida dinámica global planetaria del sistema-mundo capitalista en su conjunto...y en una línea que en este caso remonta a los trabajos de Marc Bloch junto a los del propio Fernand Braudel" (Aguirre, 2003: 29)
b) En segundo lugar, en cuanto al método, la TMD recoge la concepción de Marx, Lenin y Bujarin sobre la economía mundial para, en un segundo momento, ubicar el análisis particular de nuestros países y sociedades. Al respecto, una de las diferencias más importantes entre la teoría del World System Análysis y la TMD es el sobredimensionamiento que la primera le otorga al factor "mundial" por encima de los factores nacionales y locales hasta quedar estos prácticamente asfixiados en la lógica mundial:
"Así, lo que este segundo perfil de la visión de Wallerstein sobre capitalismo postula es que para entender cualquier problema histórico o presente de los hombres, acontecido en cualquiera de los momentos que abarca el período de los siglos XVI a XXI, lo que hace falta es remitirlo y conectarlo de manera orgánica con esa dinámica y estructura primero semiplanetaria y luego planetaria del sistema-mundo global. Lo que quiere decir que más allá de las dinámicas y los marcos de las "sociedades", de las "naciones", de los "Estados" y hasta de las "macroregiones" y las "civilizaciones", existe también una dinámica-marco más universal del sistema-mundo como un todo, que no sólo es real y actuante, sino que influye de manera determinante en la irrupción, el curso y desenlace específico de dichos acontecimientos, situaciones y procesos que se despliegan de modo constante en su seno" (Aguirre, 2003: 42).
Mientras que la TMD, a diferencia de la teoría del sistema mundial, vislumbra la totalidad de la economía mundial distinguiendo, sin embargo, al mismo tiempo, las especificidades nacionales y regionales, la cuales abren un espacio teórico para estudiarlas y generar justamente los elementos constitutivos de la teoría de la dependencia que también den cuenta, simultáneamente, de la esencia y dinámica del sistema capitalista internacional.
c) En tercer lugar, una consecuencia, a mi juicio equivocada, de esta concepción del sistema mundial por parte de los teóricos braudelianos, consiste en calificar sólo a ese sistema como capitalista, pero no a los países y a las regiones en tanto tales, considerados aisladamente aunque constituyan "partes" del sistema mundial. Aquí se retrocede, a mi entender, respecto a las concepciones de la economía mundial de autores marxistas como el propio Marx, Lenin o Bujarin que desde un principio establecieron la articulación dialéctica ―que no la suma― de las economías nacionales con la economía capitalista mundial.
d) Otro punto importante que destacó brevemente para evaluar las diferencias y rasgos comunes de la TMD con la teoría del sistema mundial, es el relativo a las ondas o ciclos largos que desempeñan un papel importante en ambas teorías sobre la dinámica del capitalismo.
La teoría del sistema mundial utiliza los ciclos braudelianos relativos a la larga duración que caracterizan a la estructura del sistema-mundo. Destaca, en primer lugar, la tendencia estructural de la "expansión progresiva" y la "consolidación del sistema-mundo capitalista por todo lo largo y ancho de los espacios del planeta" (Aguirre 2003: 48) Después describe los ciclos hegemónicos que plantean el problema del auge y caída de los grandes imperios, desde el holandés del siglo XVII, pasando por el inglés del siglo XIX hasta el actual, el estadounidense en el siglo XX (Arrigí y J. Silver, 2001) que, según Wallerstein, hoy está en "decadencia" (Wallerstein, 2005). Por último, también introduce el ciclo, cuya magnitud supone dos fases: una (A), de ascenso, crecimiento y recuperación de 25 años de duración aproximada y, otra (B) depresiva, de caída, también de aproximadamente 25 años de duración (Aguirre, 2003: 51-54. Para los ciclos véase Izquierdo, 1979).
Es en este último punto donde existen similitudes y diferencias. Las primeras, debido a que la TMD utiliza a la teoría del ciclo de Kondratiev al igual que la teoría del sistema mundial. Las segundas, sin embargo, contienen dos interpretaciones opuestas respecto a la situación estructural del capitalismo contemporáneo. Mientras que autores como Wallerstein, Amin o Theotonio Dos Santos suponen que nos encontramos ante una ola de ascenso que se habría originado en la época de ClintonTP[5]PT, otros autores (Sotelo, Chesnais, Brenner, Beinstein o Valenzuela Feijóo (que no necesariamente dependentistas), muestran, por el contrario, una serie de indicadores de la economía capitalista actual dentro de un proceso macrohistórico de crisis, recesiones y depresiones. La primera interpretación conduce a una actitud optimista respecto al ciclo histórico de la evolución del sistema capitalista y de las luchas sociales y de clases, mientras que la segunda plantea que esas luchas y el futuro de los trabajadores se tendrán que librar en el seno de un proceso capitalista cada vez más parasitario, recesivo y con graves tendencias al estancamiento estructural, la descomposición social y la guerra.
e) Por último un punto que considero esencial respecto a las diferencias entre ambas teorías, es el relativo a que la teoría de la dependencia, a diferencia del sistema mundial, pugna por construir una teoría y comprensión propias sobre el capitalismo mundial y el capitalismo dependiente del siglo XXI, con el fin de encontrar las rutas de su transformación económica y social más allá del orden existente. Observación esencial en la que Theotônio Dos Santos insiste, al igual que Marini, y que recientemente es recordada en un trabajo por André Gunder Frank cuando escribe que
"Theotônio…nos llamó la atención acerca de que nosotros mismos tenemos que hacer nuestro propio estudio de la economía mundial…pues no se puede confiar en los estudios de la problemática mundial y tercermundista elaborados por los que la manejan a su gusto, ni a sus portavoces 'teóricos'…" (Frank, s/f)).
Considero que la tarea de reescribir y continuar con la construcción de una teoría de la dependencia sobre la economía capitalista mundial contemporánea es justamente la perspectiva que levanta la TMD frente a las demás corrientes de pensamiento, en particular, frente a la teoría del sistema-mundo. Y no es por otra razón que consideramos que en la medida en que se avance en esta empresa de construcción epistemológica, teórica y de método se estará en condiciones de enfrentar y atajar de raíz la envestida eurocentrista y de la ideología norteamericana contra el pensamiento crítico latinoamericano y las ciencias sociales de la región para comprender nuestra propia historia y, de este modo, poder encontrar nuestros propios caminos de liberación.
Breve síntesis
Hago una breve síntesis de lo dicho hasta aquí.
La teoría del sistema mundial proporciona elementos muy valiosos al conocimiento de la economía mundial y de los países latinoamericanos, sobre todo, con su retrospectiva histórica de los ciclos largos ―de cien o doscientos años―, así como en sus aportes al conocimiento del capitalismo mundial, cuya división internacional del trabajo reproduce y profundiza la relación dialéctica entre centros, periferias y semiperiferias, cuestión que representa un indudable avance al conocimiento de esta dinámica mundial y regional.
Pero, dada su naturaleza epistemológica, esa teoría no puede de ninguna manera fundirse con la tmd. Consideramos, más bien, que a partir del intercambio y del debate con otras corrientes progresistas de pensamiento —probablemente con algunos autores neoestructuralistas-keynesianos (no con todos por supuesto) y con otros representantes de expresiones marxistas—, a mi modo de ver, la TMD tiene que seguir su propia trayectoria cognoscitiva, como importante corriente de pensamiento teórico y crítico latinoamericano que tiene muchísimos elementos por aportar en el siglo XXI.
Sin embargo, pese a las diferencias entre el world-system análysis de Wallerstein y de otros autores y la TMD obviamente de ninguna manera ello significa que no se puedan establecer relaciones de debate y de intercambio conceptual y hasta de resultados en el análisis contemporáneo de América Latina, por ejemplo, sobre el papel que ésta juega en el actual sistema capitalista mundial.
El examen anterior me permite concluir que hay alcances y limitaciones de las principales expresiones paradigmáticas del pensamiento social latinoamericano. En la actualidad las dos corrientes más importantes que prometen superar esas limitaciones son la teoría del sistema mundial y la TMD, aunque ambas marchan con sus propios medios y caminos, encontrándose en algunos espacios, pero sin fundirse. Lo deseable es que esos encuentros sean cada vez más duraderos con el fin de proseguir con temas de estudio y objetivos comunes.
En el caso de la teoría marxista de la dependencia, tendrá que perfeccionar sus métodos, conceptos y categorías de tal suerte que pueda levantar hipótesis sugestivas cuya verificación empírica permita comprender la esencia de los fenómenos sociales y humanos que hoy determinan la realidad latinoamericana en la escena internacional.
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** Sociólogo e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, México. Agradezco al parecerista del presente artículo sus valiosas observaciones que contribuyeron al mejoramiento del presente artículo. Sin embargo, dejo constancia de que las posibles deficiencias son de mi exclusiva responsabilidad.
TP[1]PT "El gran aporte de Marini a la teoría de la dependencia fue haber demostrado cómo la superexplotación del trabajo configura una ley de movimiento propia del capitalismo dependiente" (Bambirra, 1978: 69-70).
TP[2]PT Mignolo (1997), de la vertiente posoccidentalista de estudios poscoloniales, no entendió este procedimiento del método de Marini cuando al criticar la teoría de la cepal y la del marxismo dogmático (cuyos pensadores estaban "autocolonizados", según él), cree encontrar en Marini un recurso para entender América Latina en el siglo xx a partir de "sus historias locales", cuando en realidad Marini plantea exactamente lo contrario.
[3] El autor sostiene la pertinencia de la fusión de la teoría de la dependencia —que él llama: Aporte da Dependencia particularmente en las versiones de Theotonio Dos Santos y de Cardoso ignorando los indudables aportes de Ruy Mauro Marini—, con la teoría del sistema mundial cuestión que, en la práctica, presupone la absorción y dilución de aquélla en esta última.
[4] Hay que aclarar que no se debe confundir el evidente desarrollo capitalista en la periferia respecto a la superación de la dependencia estructural y del subdesarrollo. Son dos cuestiones distintas que merecen tratamientos diferenciados. Esta confusión fue propia de los debates de la década de los sesenta del siglo pasado, donde al lado de los impulsores de la teoría de la dependencia (Marini, Theotonio, Bambirra) que sostenían el carácter estructural y de largo plazo de la dependencia, estaban los autores del "enfoque" así bautizado por Cardoso y su escuela que vislumbraban la dependencia como "suceso coyuntural" que podía ser "superado" sin superar el modo capitalista de producción. Al respecto véase la polémica de Marini con Cardoso y José Serra; del primero, 1973 y 1978; de los segundos, 1978. En los últimos años Cardoso se encargó de enterrar lo poco que quedaba de "crítico" de este enfoque para entregarse de lleno a promover el neoliberalismo y profundizar la dependencia histórico-estructural en que actualmente se debate el Brasil de nuestros días.
TP[5]PT En la óptica de la teoría del sistema mundial y del ciclo Kondratiev, por ejemplo, Martins (2003: 271) plantea que en América Latina países como México o Chile (ya) se encuentran en la fase A del ciclo ascendente Kondratiev, cuando afirma que: "O Brasil é forte candidato a impulsionar os níveis de descapitalização da região, pois México e Chile são países que já ingressam na nova fase A do Kondratiev e estão em melhor situação relativa na região, e a crise na Argentina talvez já tenha atingido seu ponto mais baixo". Tesis polémica, pues si el autor tomara un período amplio, como el del ciclo neoliberal (1981-2001), constataría sin duda que la tasa promedio de crecimiento en América Latina, independientemente de los comportamientos de la tasa de ganancia cuyas causas se tendrían que analizar, fue de sólo 2.05%, mientras que el producto por habitante fue negativo (-0.9%) y sólo creció, en los años 90 a una tasa de 0.15% (Sotelo, 2004: 71-72). Cifras que distan mucho de ofrecer un panorama donde países como México o Chile, y mucho menos regiones como América Latina, estarían internándose en la paradisíaca fase A del ciclo Kondratiev de 25 años.
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